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domingo, 12 de febrero de 2012

Las diferencias y nuestra manera de catalogarlas, por Aurora Garrigos

Hola, me llamo Aurora Garrigós y soy madre de dos hermosos retoños Ian, Asperger de veintiún años y Laura, Neurotípica de trece. Como podéis ver en mi casa habita la diversidad y cada día, todos, aprendemos cosas nuevas que nos ayudan a crecer en tolerancia, paciencia, comprensión y, por qué no, humildad. El hecho de tener un hijo con características distintas a la mayoría nos enseña a aceptar. A asumir emociones y situaciones que tal vez de otro modo no tendríamos o querríamos afrontar. Desgraciadamente, estos aprendizajes no se hacen extensibles a otras personas que no vivan situaciones parecidas, lo que, en realidad, no debe preocuparnos en exceso ya que, de este modo, ejercitaremos una de las materias principales que todos, en general, tenemos que aprender: La tolerancia.
Tal vez esté equivocada, pero a pesar de las dificultades con las que nos enfrentamos todos los días por las diferentes características de mi hijo, no considero que él sufra o padezca de nada. Su forma de ver y sentir tiene matices distintos, que, por supuesto, son tan genuinos y ciertos como los míos, pues el hecho de que dichas peculiaridades pertenezcan al Espectro Autista no le resta capacidad para sentir, como solemos escuchar una y otra vez, sino más bien todo lo contrario, y de esto sabemos mucho los padres con hijos TEA (Trastornos del Espectro Autista).
Es posible que ser madre ejerza como bálsamo neutralizador y que el amor que siento por mi hijo me ayude a verlo perfecto tal y como es, sin embargo, no puedo dejar de observar el diferente trato que reciben las dificultades de los distintos síndromes que existen y el diferente sentir social que crean las minorías y sus complicaciones.
Yo, al igual que la mayoría de personas de este planeta, pertenezco al Síndrome Neurotípico, pues la gente típica, neurológicamente hablando, también tenemos un conjunto de características, es decir, un síndrome, y lo cierto es que nunca se me había ocurrido pensar que por el hecho de pertenecer al Síndrome Neurotípico o mayoritario, al que nadie puede eximir de abarcar otro y variado tipo de dificultades, pudiera estar sufriendo o padeciendo de nada.
A mi modo de ver, que como ya he dicho solo es el de una madre que hace una reflexión, hay una gran diferencia en la forma en que catalogamos las cosas los que tenemos un síndrome más generalizado.
Una de las dificultades que tienen las personas con Síndrome de Asperger, o según se dice padecen o sufren, es que les cuesta entender o percibir el estado mental de su interlocutor, algo que requiere de la ayuda necesaria para la integración social,fundamental para ayudarles y catalogado como negativo, pues les crea una serie de problemas a la hora de relacionarse con los demás. Hecho que por otro lado es cierto y que hemos de tratar de comprender, aceptar y solucionar. Pero qué pasa con la dificultad que tenemos las personas con Síndrome Neurotípico cuando, muy al contrario, percibimos en demasía el estado mental o emocional de nuestro interlocutor. O lo que es peor, cuando estamos totalmente convencidos de percibir, siempre y de forma acertada, cómo siente la persona que tenemos enfrente. Creo que solo hemos de observar un poco a nuestro alrededor (relaciones de pareja, familiares y de amistad), o incluso ver un rato los programas de la televisión, para darnos cuenta de la gran cantidad de conflictos de relaciones en la que nos mete esta dificultad que, curiosamente, solemos catalogar como capacidad.
Nosotros tenemos una capacidad y el resto padece una dificultad. Términos por cierto, totalmente opuestos. No deja de sorprenderme la que tenemos los Neurotípicos para registrar las cosas según nos conviene.
Afortunadamente, la ciencia va avanzando y tal vez no tardemos mucho en encontrar el motivo cerebral, neuronal etc. que nos permita ayudar a las minorías con sus dificultades; pero creo que no hemos de perder de vista los entresijos neuronales que padecemos la mayoría. Pues, no podemos ni debemos olvidar que son estas dificultades, que no capacidades, las que, verdaderamente, están poniendo en jaque al planeta y creando una sociedad cada vez más inhóspita. Resultados estos que no podemos excusar y mucho menos ignorar por pertenecer al síndrome mayoritario.
Aurora Garrigós

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